sábado, 5 de enero de 2013

Antecedentes



Ya en los cincuenta, la Indochina francesa había sido considerada importante por sus materias primas pero, sobre todo, por el efecto que tendría su caída. Estados Unidos resultó un dubitativo participante en las conversaciones de Ginebra y no quiso firmar los acuerdos de 1954, probablemente como consecuencia de su política respecto a China en estos momentos. El resultado de los acuerdos de 1954 fue que se internacionalizó la paz pero sin ninguna garantía efectiva. En consecuencia, los vietnamitas del Norte pudieron tener la sensación de que se les dejaba la posibilidad de acabar conquistando el Sur. Por otro lado, fue el nacionalismo y no ninguna consigna de Moscú el que produjo la sublevación allí. Cuando Kennedy llegó al poder el número de norteamericanos en Vietnam era de apenas 685. Vietnam del Sur tenía 14 de los 25 millones de habitantes del país y la mayor parte de los recursos alimenticios, pero nunca tuvo conciencia de ser una nación. La conclusión a la que llegó el presidente norteamericano fue, sin embargo, que si los Estados Unidos tenían que luchar por el Sudeste asiático limitando el avance comunista lo debían hacer por Vietnam del Sur. En consecuencia, pronto el país se convirtió en el quinto país del mundo en recibir ayuda norteamericana. Eso, no obstante, no mejoró su dirección política: Ngo Dinh Diem, su presidente, era uno más del millón de personas que había abandonado el Norte en el momento de la victoria de los comunistas, mucho más un enemigo de éstos que un nacionalista. Déspota y católico, en un país en que esta religión recordaba al pasado colonial, mantuvo a 50.000 personas en la cárcel. Al principio Diem dio la sensación de ser un gestor eficaz pero, rodeado de una especie de corte imperial, acabó por exasperar a sus aliados. Kennedy dijo de él: "Diem es Diem y es lo mejor que tenemos", pero en el momento en que el número de norteamericanos en Vietnam llegaba a 18.000 y se había producido una revuelta budista tuvo lugar el derrocamiento de Diem (noviembre de 1963). El propio embajador norteamericano apoyó el golpe, iniciando un proceso por el que los Estados Unidos se involucraron en exceso en la política de aquel a quien querían proteger. A partir de este momento, cuanto más aumentaba la presencia norteamericana en Vietnam más insistían desde Washington en la reforma política, llegando a intromisiones inaceptables y, al mismo tiempo, más se americanizaba la guerra. De otro lado, cuanto mayor era la inseguridad de los sudvietnamitas en el poder, al mismo tiempo más autoritario se volvía el Gobierno de Saigón. En 1964 hubo nada menos que siete Gobiernos, lo que es lógico si tenemos en cuenta que la expulsión de Diem había producido un profundo vacío político. Kahn, el sucesor de Diem, fue un personaje simplemente cómico. Nunca hubo, por parte norteamericana, una evaluación del adversario ni del hecho de que las guerras largas, igual que la de Corea, acaban quebrando el consenso interno de las democracias. Cuando surgieron dificultades a medio plazo, los mismos que habían defendido la necesidad de intervención cambiaron radicalmente y hablaron de la necesidad de una retirada. El adversario acabó por ver los signos de buena voluntad como testimonios de debilidad.

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